3. DINAMARCA. 3.1. Seducidos por su cultura

3000 años atrás. Suecia.
17 de julio. Jueves

Itinerario: Oslo- Tanum- Varberg (Suecia)
Pernocta: Varberg (57º7’28”N;12º15’7”E). Tiene tarifa.
Km: 378

A las 8,30h y antes de desayunar nos acercamos a cargar y descargar agua para evitar las posibles colas de después. Estamos solos. El rincón,… digamos que algo sucio. Por casi 30 euros lo podían tener más cuidado. Si la gente es un poco guarra los responsables del área podían ser más limpios. El desagüe de grises no esta fácil y hay que hacerlo con barreños que se echan por una trampilla o....como hemos visto ayer a muchos....directamente a la calzada cuya inclinación lo dirige al río que seguramente es donde va lo de la trampilla. Hay algún trapo tirado y un guante de latex en el suelo. Para como son de cuidadosos con el medio ambiente nos resulta más que sorprendente.

Desayunamos al sol, fuera de la autocaravana en la mesa de enfrente, en un día luminoso y alegre y cuando estamos recogiendo para partir llaman a la puerta. Se trata de una pareja tinerfeña -ellos si que están lejos de su casa- Alicia y Juan Carlos, nos vienen a saludar y a pedir información. Les decimos todo lo que sabemos de la ciudad, principalmente como moverse por ella en transporte público que para nosotros siempre la parte más difícil. Después pasamos a contarnos nuestras vidas...y me sorprenden. Yo he vivido en Canarias y -que no se ofenda ningún canario- no suelen ser tan expresivos ni comunicativos a la primera, pero ellos sí lo son. Alicia, mucho más que él, me confiesa que es de padre andaluz lo que puede explicar su mayor expresividad. Juan Carlos es más callado, pero tampoco encaja con el estereotipo que tengo yo de los canarios -a los que adoro, por cierto- y se lo confieso abiertamente. En el transcurso de la conversación nos dicen que son ambos profesores, entonces Angel entra en la autocaravana y se pone su camiseta “de batalla”  la de la “marea verde” encima de la otra. No pude por menos que fotografiarles a los tres. Y entonces llegó el momento de compartir algo más que datos y notas y nos hicimos algunas confesiones. En tan solo 20 minutos nos acercamos mucho más que con otros con los que compartimos mucho más tiempo a lo largo de nuestras vidas.

Pero el tiempo nos apremiaba a todos, a ellos para comenzar su ansiada visita a la ciudad y a nosotros para partir a lo que sería nuestra primera parada: Tanum de la que me había hablado mi amiga Neus.

Atravesamos Oslo limpia y fácilmente con ayuda del navegador. Una y mil veces, cuando atravieso grandes ciudades o encuentro lugares con esta extrema facilidad, me pregunto como nuestra generación ha podido sobrevivir si estos trastos que ahora me hacen imprescindibles y de nuevo, agradezco a mi buen amigo Jesús toda su sabiduría que ha puesto a mi disposición tan generosamente, porque a mí esto ya se me ha quedado grande. Y lo digo yo, que he conducido sin ellos por París, Londres, Ginebra, Roma, Bruselas, Amsterdan, Praga....y un sin fin de ciudades más, atravesado países, algunos complicados como Alemania, con la única ayuda de esos mapas endiablados que se estiraban hasta que no era posible manejarlos sin meter la mano en el ojo del conductor o que dejaban de verse por los agujeros en las intersecciones...Yo, que he protagonizado monumentales discusiones con Angel cuando nos perdíamos y dábamos vueltas sin conseguir encontrar el rumbo acertado....que contar....ahora son simples anécdotas pero entonces…grandes dificultades. Pero entonces éramos mas inconscientes, más jóvenes y todo nos parecía mucho más fácil y divertido.

Poco después de dejar Oslo la carretera se convierte en autopista. Casi habíamos olvidado como eran. Ahora podemos usar de nuevo el cómodo control de velocidad. Vamos dejando atrás las manchas de lagos que salpican el paisaje y que nos han acompañado desde que dejamos los fiordos. Ahora son enormes extensiones de verdes campos cultivados de cereal y en los que se pierde la vista. Este paisaje es incluso soso. Solo las granjas de colores granate, rompen la monotonía de tanto verde.

Según avanzamos hacia el Sur el sol despierta y comienza a dominar derramando su luz. En poco tiempo dejamos atrás las tierras noruegas que nos han alojado durante los últimos 10 días y entonces, me vienen a la memoria imágenes fugaces de los fiordos, y mis ojos se llenan de su color azul y verde esmeralda de sus aguas y me veo de nuevo a los pies de blancas cascadas de agua, contemplo de nuevo ríos y rápidos, paseo por el casco viejo de  Stavanger, y me pierdo entonces en las espectaculares vistas desde lo que fue la “cima del mundo” durante los instantes en que estuve allí, el Preikestolen,  donde me llegué a sentir durante segundos como si fuera una diosa con el mundo, pequeño y tan hermoso a mis pies, paisajes duros, otros más suaves y amables, pero todos sin excepción bellos, inmensamente hermosos. Esas imágenes pueblan ahora mi memoria que continua procesando tanta belleza y me lleno de melancolía...la voy dejando a mis espaldas, no sé hasta cuando pero prometo regresar, porque este país me tiene atrapada.

Noruega es fría, dura, inhóspita, pero al viajero estival le muestra siempre su cara más amable y cuando contemplas estos paisajes que derrochan tanta belleza por todos los lados es difícil imaginar su dureza en invierno. A veces, no se sabe a donde mirar para captar y absorber todo lo hermoso que ofrece esta tierra.

Nos adentramos en Suecia con destino a Tanun. No encontramos buena señalización así que nos dejamos guiar por el navegador y las coordenadas que le había dado y que había localizado a través del google earth.

Y así, algo desorientados por la falta de señalización, llegamos al museo, al edificio principal por el que estuvimos pululando hasta que “piqué” comprando unos pendientes para el cumpleaños de mi hermana y otros para mí. Estos...son especiales ya que son reproducciones de hace 3000 años. Parece que el gusto por la belleza ha evolucionado muy poco en unos cuantos miles de años. Me doy el capricho . ¿porqué no?Luego por un camino que sale del edificio principal y que al principio desciende suavemente para cruzar la carretera, nos dirigimos a una gran losa inclinada de 7 metros de alto y unos 20 de ancho –Vitlycke- donde están  representadas más de 400 imágenes y símbolos, de las que alrededor de 250 son figuras. Reúne, en particular, numerosos barcos, alrededor de 90, de tamaño variable. Los hombres de la tripulación se representan generalmente mediante pequeños trazos verticales. 


También aparece la famosa pareja: la de los jóvenes casados representando a un hombre y a una mujer (cabello largo) que se abrazan. Pero hay más de 50 figuras humanas. Están representados numerosos hombres con las manos elevadas y a menudo van armados con espadas, jabalinas o arcos. Varios están representados con un largo falo. Solamente son identificables claramente dos figuraciones femeninas por la presencia de trenzas o de cabelleras más pobladas. 
Una de estas figuras, con las rodillas curvadas, está considerada como uno de los más bellos grabados de la edad del bronce....También se puede distinguir entre las naves representadas el gravado de una ballena. Es ...sobrecogedor. Jamás había disfrutado de algo similar y me resulta más que interesante.

Carretera adelante  a un kilómetro aproximadamente al sur de Vitlycke está Aspeberget. La losa es más pequeña y  entre las numerosas escenas, destaca la de rebaños con sus pastores, un arquero, un labriego, un carro, discos, etc.
Y continuando llegamos a otra señal que nos indica hacia Litsleby, a un kilómetro aproximadamente al Suroeste de Aspeberget. Aquí hay  huellas de pies, figuraciones humanas y animales y en particular un grabado de más de dos metros de un hombre que lleva una espada y una jabalina, el mayor identificado de esta época.  También aparecen caballos.
En el tercer  lugar, un poco más distante, Fossum, cuenta con 200 grabados representando numerosos barcos y figuraciones humanas que llevan espadas. También varias escenas de caza.

Es el mayor conjunto de grabados que hemos podido disfrutar. Tenía pensado verlos de pasada pero en realidad hemos dedicado gran parte de la mañana, lo que ha sido posible por los dos días que llevamos de adelanto sobre lo previsto. Y me alegro, porque el lugar merece la pena. Y agradezco a Neus su curiosidad, su meticulosidad y su generosidad, porque si no llega a ser por ella, no habríamos disfrutado de algo que ahora considero único y espectacular.


Ahora debe andar por Noruega, disfrutando de una más que merecida jubilación, viviendo su particular sueño. Amiga, me acuerdo de ti y te hemos echado de menos.

Comemos tarde y descansamos. Hemos mirado áreas de pernocta en nuestro recorrido hacia Helsingor y después de Goteborg. Menos mal que llevamos el “pincho” de los franceses (camping car info) ya que no tenemos conexión a Internet para poder improvisar una búsqueda. Y encontramos tres en Varverg que está a unos 200 km de donde estamos. Puede ser un buen destino así que damos al navegador las coordenadas de una de las tres, la que supuestamente tiene wifi.

La autopista es aburrida: campos y campos cultivados de cereal, granjas que salpican este monótono paisaje y así 200 km hasta que llegamos a este lugar que encontramos sin dificultad. Es un aparcamiento de arena en medio de la nada. Hay ya media docena de autocaravanas autóctonas y nos disponemos a aparcar. Un sueco nos indica la señal de parada de autobús justo donde íbamos a instalarnos, así es que nos tenemos que meter en el hueco entre ella y otra autocaravana sueca. Nos pregunta si somos españoles y nos dice que en septiembre va para Peñíscola, le corrijo la “ñ” y luego nos comenta que de allí irá a Mazarrón. Tres meses. Que gusto ser ya un jubilata....

Mientras escribo vemos como entran más autocaravanas pero está ya todo lleno. Hay un camión que se va y siguen llegando y yéndose también. Me pregunto qué tendrá este lugar porque además el día de la semana es extraño,  miércoles.


Y descubrimos el motivo. Se trata de unas lagunas de poca profundidad, zona protegida para aves. Leemos que hay “hides” para observarlas y caminos. Los mosquitos nos rodean en nubes...Me pongo muy nerviosa porque seguro que me acribillan. Nos acercamos a uno de estos escondites y vemos como se abre ante nosotros un humedal en el que parecen habitar varias especies de aves. Unas surcan el cielo en grupos y otras nadan tranquilamente en las aguas o buscan alimento. Identificamos ocas, garzas, abocetas, alguna especie de patos, grullas...el sitio es bonito. Se acerca una sueca, con una buena pila de años y una cámara que es un auténtico capricho que, si no fuera por el peso-y su coste-, ya quisiera para mí. El objetivo al menos mide medio metro. Fotografía aquí y allá. Le digo a Angel que le voy a pedir que me enseñe lo que ve y me dice que ella ve lo mismo que nosotros con los prismáticos. ¡Ja!. En un momento determinado nos muestra una fotografía que ha hecho: toda la pantalla es únicamente la cabeza de una garza. Que preciosidad y que envidia me da. Cuando sea mayor…quiero una como esa y que NO pese, que entonces existirán.

En un momento determinado los estorninos que se han agrupado para pasar la noche en los arbustos junto al hide levantan el vuelo. El espectáculo es....inigualable. Oímos el batir de sus alas, cientos de alas batiéndose rápidamente y en nubes nos  sobrevuelan  cubriendo el cielo. Van y vienen en oleadas. El sonido impresiona, por su intensidad y por lo novedoso, sumando a este espectáculo sonoro el de la vista,  ya que estos “puntos negros” se mueven rítmicamente formando extrañas figuras en el cielo. Dura tan solo unos segundos pero nos deja extasiados y boquiabiertos a los tres. ¡Qué de sorpresas nos está dando el día de hoy y este viaje en general. O es eso, o yo lo veo con otros ojos....

Y llega otra abuelilla con otro aparato de capricho. Otra loca de los pájaros. Los cuatro permanecemos en silencio esperando lo que va a ser una hermosa puesta de sol, justo frente a nosotros y sobre la laguna. La silueta de un molino antiguo de viento se recorta en la profundidad y el sol va intensificando sus colores pasando del amarillo al dorado y del dorado al rosa y del rosa al rojizo y lo va tiñendo todo...Las siluetas de las aves se recortan también en esta postal y en especial la de una garza que solitaria  busca su cena .

Una de muestras añosas compañeras se despide después de habernos dado la bienvenida en nuestro idioma con un gran esfuerzo y la del teleobjetivo nos da las buenas noches, también en español. Dice que sabe diez palabras en castellano. Más que yo en sueco. Estos suecos me parecen deliciosos. No entran en el estereotipo que tenemos de los escandinavos en cuanto a distantes y fríos.

Regresamos espantando mosquitos. Creo que me han picado ya, hecho que confirmo 24 horas después, y es que nunca me perdonan.

Mientras preparamos la cena Angel se da cuenta de que a la entrada hay una máquina que suponemos que será para pagar el aparcamiento. No llevamos ni una corona sueca y me da vergüenza acercarme a leer y no pagar,  así que preferimos “hacernos los suecos”. Observamos que alguno más se acerca, lee, y se va. Así que “donde fueres haz lo que vieres”.

Los vecinos suecos tienen visita....solo hay que contar los pares de zapatos que están en el exterior y oir el rumor de su conversación, pero ahora, a las 23,45h ya se han despedido hasta mañana.

DINAMARCA Hamlet y la realeza. 
18 de julio. Jueves

Recorrido: Varverg-Helsingor-Helsinbor (Ferry: 460 coronas suecas) Castillo de Kronborg- Hillerod (Castillo de Fredirksborg)
Pernocta: Hillerod (Castillo de Fredirksborg) 55º56’ 07.08”N;12º17’49.02”E
Km: 186

Parece que hace sol, pero mucho viento ya que siento como la autocaravana se balancea levemente. A las 8,00h me asomo y compruebo que estamos prácticamente solos con unos indígenas y unos alemanes. Los demás, misteriosamente han desaparecido. Cuando vemos estas cosas también nos mimetizamos con el país, así que sin desayunar, sin reconocerme en el espejo y con un pelo para cada lado, decidimos marchar y buscar algún aparcamiento donde desayunar.

Lo encontramos pronto y además junto a un supermercado enorme. He leído que Dinamarca es más cara que Suecia y nos esperan 5 ó 6 días, si no son más, por tierras danesas, así que aprovechamos para abastecernos.

Me detengo para mirar lo que comen, compran...eso me aporta mucha información. Todos llevan sus lectores de código de barras que se cogen junto a los carros.  Compramos suministros. Hasta ahora hemos conseguido sobrevivir sin comprar casi nada en Noruega, excepto algo de pan –o lo que ellos llaman pan que es algo parecido al nuestro pero de aspecto y textura “gomosa” lejos del crujiente al que estamos habituados- y algo de fruta para combinar con nuestros sempiternos melones.

A la salida me sorprenden unas máquinas para reciclar envases de bebidas. La gente hace cola con sus bolsas llenas  y van  introduciendo los distintos envases  por un agujero. Al parecer, la máquina lee el código de barras y si por algún motivo no puede hacerlo, el envase es devuelto a su propietario. Al final, les da un ticket que entregan en caja cuando terminan de realizar sus compras. Más que curioso y sin duda, la mejor manera de reciclar.

Ponemos rumbo a Helsingor donde embarcaremos hacia Helsinborg, como cinco años atrás. Carretera aburrida...granjas, grandes extensiones de cereales, mas granjas, ...Qué curiosa es la memoria. No consigo acordarme de nada.

60 euros y a las 13,00h esperamos para embarcar y este es el único recuerdo que tengo de hace cinco años, el de filas de turismos, autocares,camiones, caravanas, autocaravanas, esperando luz verde para la maniobra de embarque que comienza 15 minutos después, haciéndose por dos sitios a la vez, por la parte superior los turismos y por la inferior los vehículos de mayor envergadura, como nosotros. Somos los últimos en entrar así que partimos enseguida.

Aunque subo el ordenador a cubierta, sigo sin encontrar wifi. En pocos minutos avistamos claramente tierra danesa  y la silueta del castillo de Kronborg, nuestro primer destino para hoy,  recortándose en la costa. En escasos veinte minutos desembarcamos.

Dejamos la autocaravana en un aparcamiento gratuito (56º02’ 29,71”N;12º 36’ 56.21”E) al final, junto al puerto. Parece que la pernocta está consentida. Hay un buen paseo hasta el castillo, paseo que aumentamos nosotros por ignorancia  ya que si en lugar de ir por nuestra derecha lo hubiéramos hecho por la izquierda, habríamos reducido bastante la distancia.

Para acceder al castillo hay que salvar tres fosos. Construido en el siglo V en ladrillo rojo, se levanta imponente dentro de unas poderosas murallas con objeto de vigilar el estrecho de Oresund para asegurarse de que los barcos que lo atravesaban pagaran por entrar o salir del mar. Parece que en este castillo se inspiró Shakespeare para escribir Hamlet. Ha sido reconstruido varias veces y posteriormente convertido en un maravilloso castillo renacentista.75 coronas cada uno la visita completa, ya que hay otra reducida que vale 35. De nuevo, guías solo en inglés y danés. Salvamos varias puertas hasta acceder al patio central al que se abren varias entradas que van guiando la visita. Parece que aquí había una preciosa fuente que fue llevada a Suecia como trofeo de guerra después de la captura del castillo en el siglo XVII.

Comenzamos por las habitaciones reales, hogar de reyes y reinas cuando residían en Kronborg. Es una sucesión de ellas con diverso mobiliario y decoración de la época.  Destaca la sala de baile, la mayor de todas las del norte de Europa con 62 x 12 metros. De sus muros cuelgan pinturas  y tapices hechos para la gran sala del castillo de Rosenborg en Coopenague durante el siglo XVI.En esta sala y en una vitrina, hay un holograma representando varios comensales en la mesa. Curioso anacronismo didáctico e interesante. Nos llama la atención  la utilización de medios modernos audiovisuales para ofrecer diversa información al visitante.

De otra sala destacan los tapices, siete que parece que fueron parte de una colección de 40 y que tenían los retratos de 100 reyes daneses. Al final, un lugar para los niños, una sala donde pueden construir con piezas de lego, pintar o jugar en una especie de casa de muñecas.

Nos dirigimos a los “casemates”. Estos lugares especiales servían como cuartel a los soldados en tiempos de guerra. Podía albergar hasta 1000 soldados con víveres para seis semanas. Es un laberinto de galerías oscuras, iluminadas solo con una pequeña luz imitando unas velas. Son frías y muy húmedas. Pero su visita me resulta de lo más curioso e interesante. En el centro de una galería aparece la estatua de un héroe danés legendario  Holger the Dansk que aparenta dormir y que según la leyenda despertará de golpe si Dinamarca está en peligro.

Salimos después a la luz y nos dirigimos a la iglesia,  de la que destaca su sencillez, para finalizar nuestra visita subiendo a la torre del telégrafo, la parte más alta del castillo y desde donde se disfruta de unas espléndidas vistas de Suecia al fondo, al otro lado del estrecho.

Ahora leo que este castillo es Patrimonio de la Humanidad y vuelvo enojarme como hice ayer en Tanun por el mismo motivo. Debería existir guía impresa por lo menos en cuatro idiomas, entre ellos el español, segundo más hablado del mundo.

La siguiente visita está en el castillo de Fredirksborg en Hillerod a unos 30 km de donde estamos. Si nos damos prisa, podemos llegar. Si no, a parte de terminar el día a las 16,30 o 17 h, tendríamos que esperar hasta las 10 h de la mañana del día siguiente. En una palabra, sobraría tarde y perderíamos toda una mañana, así que decidimos intentarlo. Comemos...bueno, mejor engullimos rápidamente y ponemos rumbo hacia esta localidad. Como siempre, tengo las coordenadas que he anotado del google earth. No hay señales así que si las he anotado bien, tendremos alguna posibilidad.

Y llegamos a las 16,20h,  (55º56’ 07.08”N;12º17’49.02”E) y nos topamos con el primer problema. El aparcamiento es de pago y no tenemos  monedas danesas así que literalmente abordo a un danés que estaba ya saliendo del aparcamiento y le pido cambio. Sorprendido por mi “invasión” -veo que no le hace ninguna gracia-, pero por educación me cambia 50 coronas, con las que, con 10 pagamos una hora. Ahora tenemos que enfrentarnos con la máquina. Rápidamente, por que la necesidad aprieta, selecciono inglés, luego monedas, las echo y….sale en ticket. Y corriendo trato de encontrar la entrada ya que el edificio tiene un considerable tamaño. Está todo muy solitario por lo que sospecho que no vamos a llegar a tiempo. Tampoco esta indicada la taquilla por lo que pregunto y me dirigen a otro sitio, pero me dicen que cierra a las “seventeen”...Pero como  no suelo dar nada por perdido, persisto, encuentro la entrada y me dicen que dispongo de 30 minutos y que en ese tiempo no puedo hacer una visita completa, pero sí de las partes más importantes del castillo.
75 kr cada uno. Este castillo es uno de los más impresionantes del país y fue construido en el siglo XVI sobre tres islotes y rodeado de un hermoso lago y bonitos jardines, los más grandes del país. Es el de mayor tamaño de Escandinavia y fue residencia de la familia real. También es llamado “Castillo de la Paz”. Tiene un total de 90 salas dispuestas en tres pisos.

Comenzamos por la de los caballeros, que se utilizaba como sala de banquetes para las damas de los caballeros de la corte. La capilla, que visitamos desde unas galerías en la parte superior, presenta una rica decoración, que incluso podríamos definir como algo  recargada, aunque no pierde la elegancia. En una estancia contigua destacan las piezas de marfil adosadas al artesonado del techo.


Luego se van sucediendo las salas y habitaciones con ricos y pomposos mobiliarios muy cuidados, así como otros objetos de principios del absolutismo. Destacan especialmente los techos decorados ricamente con estucos, frescos o la combinación de ambos. Es impresionante la sala de audiencias, no solo por su tamaño, sino por su exquisita decoración, tanto en el techo, como en paredes. También el gran número de cuadros que posee.

Siento no disponer de más tiempo para tomármelo con un poco más de tranquilidad. Así vamos de sala en sala, admirando una, luego otra, su mobiliario, sus pinturas, sus techos...impresionante. Pero el tiempo se nos echa encima. Nos cruzamos con algunos grupos, pocos, que están terminando su visita. Al menos  conseguimos hacernos una idea de lo que debió ser este magnifico castillo. A cambio de perder muchos detalles en esta rápida visita, hemos disfrutado de una casi absoluta soledad, lo cual tiene también un encanto muy especial.

A las 17,05h salimos del edificio y nos dirigimos a sus jardines, lo más grandes de Dinamarca y cuyo horario de apertura es más amplio. Son una belleza, un remanso  de paz. Un gran lago rodea el castillo y detrás de él encontramos un precioso jardín barroco con plantas de lo más diverso, incluidas higueras, olivos y cardos...Sí, cardos auténticos, de los que en España podemos encontrar por todos los lados y nos resultan tan molestos. Pues aquí los han cultivado.
Pasear por estos jardines abiertos siempre es una delicia y después de la carrera, es un bálsamo para el espíritu. Yo no puedo resistirme y me descalzo y me tumbo sobre el cuidado césped para después,  liberados mis pies de su cárcel, andar sobre él dejando el lago y el castillo a mi izquierda.


Pero la realidad se impone y ahora hemos de buscar un lugar para dormir que resulta ser el mismo aparcamiento. Como hasta las 20,00h es de pago intentamos irnos a otro sitio, pero nos resulta imposible encontrar un lugar que no sea de pago, así que decidimos volver, pagar las 10 kr y quedarnos. El sitio es tranquilo, junto al mismo lago donde nadan tranquilamente los patitos y ocas.

La ciudad me seduce. 
19 de julio. Viernes 

Recorrido:Hilerod-Copenhague (El Nyhavn-Cambio guardia en Palacio Real-Kastellet-La sirenita-fuente de la diosa Gefión-Rudetarn-Paseo en barco por los canales-Christianía-Jardines Tívoli)
Pernocta: City Camp (55º39’35.09”N;12º33’27.82”E) 250 Kr danesas. 26 €
Km: 51

Siempre me resisto a las grandes ciudades. Las visito un poco y solo por disciplina viajera, por la cierta “obligatoriedad” de conocer la capital del país. Copenhague no me seducía especialmente, pero su magia me atrapó.

A los 8,15 dejamos el aparcamiento del castillo en Hilerod para buscar un sitio donde desayunar que encontramos en un centro comercial a la salida de la ciudad. Después nos dispusimos a atacar la capital de la que tan solo nos separaban 40 kilómetros.

Sin mayores dificultades llegamos alrededor de las 9,30 al área, el City Camp junto al puerto,  (55º39’35.09”N;12º33’27.82”E) con capacidad para un centenar de autocaravanas. A esta hora había sitio pero no sobraba y por la noche no quedaba nada. 250 kr (unos 26 euros). Caro para lo que ofrece: tiene 3 duchas en prefabricados, un solo fregadero y carga y descarga de agua, Wi-fi  (bajo una sombrilla en una mesa con bancos) y capacidad para un centenar de autocaravanas.

El encargado nos explica que podemos permanecer hasta las 20 h del día siguiente, nos da un plano y con pocas palabras y unos cuantos gestos nos explica  donde está el transporte público (“water bus” 992 o 991), la parada para Christiania, donde están los monumentos principales y cómo se regresa desde el parque Tívoli (autobus 30).

 Cerca de las 10h nos vamos hacia el water-bus. Está al otro lado del canal, junto a un puente al que también ha llegado la moda de los candados. Unos 10 minutos después un barco amarillo, rápido, nos recoge para llevarnos en otros10 al mismo corazón de la ciudad. Si bien el encargado del City Camp nos dice que no hay billete reducido ni de 24 h, ni nada similar, en el barco nos informan que hay un bono de 10 viajes por 145 Kr. Si no, el billete sencillo vale 24 Kr. El de 10 viajes se puede comprar en un “7-eleven”. Después de haber pagado dos de  24 kr por el billete único, no nos interesa el bono de 10.

Son casi las 11 horas y ya que me perdí el cambio de guardia de Oslo, quería disfrutar del de Copenhague que será a las 12h. Pregunté si me daría tiempo a visitar la sirenita, al extremo norte de la ciudad y llegar a tiempo al palacio de  Amaliemborg  donde era el cambio, pero me dicen que no, así es que decidimos bajarnos en la parada del Nyhavn, o nuevo puerto, corazón de la ciudad, para desde aquí ir paseando al palacio.

Y a estas horas la calle está llena de vida.

Es el nuevo puerto de 1670. Las casas tienen más de 300 años. Hay un lado “sombreado”, elegido por los ricos comerciantes, y otro “soleado” donde vivían  marineros y trabajadores. Las casas son de madera yeso y ladrillo. Fue inicialmente el barrio rojo. Andersen vivió aquí, en el lado sombreado entre 1834 y 1838, luego, en sus últimos años, cambio al soleado.

Disfrutamos de nuestra pequeña toma de contacto con esta alegre calle cargada de historia y de animación  y luego por una perpendicular llegamos en escasos cinco minutos al palacio. 

Son casi las 11,30h y la gente deambula por la plaza central alrededor de la cual se abren los edificios del palacio Real. Preguntamos y nos dicen en cual de todos viven actualmente los reyes. Los guardias, muy jóvenes, esperan la hora de su relevo. Pregunto a un policía donde será, me lo indica y tomo posiciones. En poco tiempo está marcada una línea imaginaria de la que no se puede salir ni un pie ya que una y otra vez vuelve el policía para echar a aquellos que osen traspasarla. Unos minutos después de las 12 comienza el cambio. Un grupo de guardias viene desde el palacio de Rosemborg y entran a la gran plaza central  desfilando junto a los turistas. En 15 minutos, poco más o menos se realiza el cambio. Luego van puesto a puesto realizando los relevos. Yo me fotografío con uno que muy serio me “ladra” algo que debe significar que más lejos.¡Caramba, qué carácter!

De aquí rumbo a “la Sirenita” pasando antes por la fortaleza Kastellet que atravesamos de lado a lado. Ésta es una ciudadela en forma de estrella rodeada de canales que forma un bonito y tranquilo parque.

Y llegamos a la afamada estatua que desde hace 100 años contempla el mar apoyada sobre una mano y con su cabeza delicadamente inclinada a un lado. La verdad es que contemplarla produce una sensación única. Fue como sentirme dentro de una de las fotografías que tanto había visto y admirado a lo largo de mi juventud sin llegar a pensar que algún día podría encontrarme donde estaba ahora.

La sirenita, conocida como Den Lille Havfrue es una pequeña estatua de bronce de tan solo 1,65 metros y 175 kilos que representa a un personaje de Hans Christian Andersen y es todo un símbolo de la ciudad. Tanto, que a modo de chiste, dicen que ha perdido la cabeza varias veces -fue decapitada tres- ha sido encadenada, arrojada al agua y pintada, generalmente por cuestiones políticas y sociales.
Y tiene su particular historia: según una leyenda danesa, la sirenita habría enamorado a un pescador a través de su canto. Un montón de turistas nos arremolinamos alrededor para disfrutarla turnándonos para hacernos fotografías.
Bajamos luego hacia la fuente de la diosa Gefion, en el parque Langelinie, cerca de la fortaleza y de la sirenita. Fue donada por la fundación Carlsberg con motivo del 50 aniversario de esta cerveza.  Esta diosa hace referencia a otro mito, la creación de Selandia, donde se localiza la capital. Según éste un monarca sueco le prometió a Gefjun el territorio que ella pudiera arar durante una noche. Ella, para poder arar la máxima cantidad de tierra, convirtió a sus cuatro hijos en bueyes y así
la tierra que consiguieron fue arrojada entre Escania y Leginum. Este lago ha sido identificado con el lago Vanern, el de mayor tamaño de Suecia. Si la leyenda es hermosa, también lo es esta fuente que está situada en un lugar privilegiado.

De aquí, regresamos sobre nuestros pasos asomándonos de nuevo al Nyhavn que ahora parecía reunir a mucha más gente. O eso, o todo Copenhague estaba en esta calle tomando cerveza, disfrutando de helados o de cualquier otro alimento en cualquiera de sus múltiples y variadas formas de comida rápida.  Pero nosotros necesitábamos comprar pan para poder atacar la nuestra, y encontrarlo parecía una empresa difícil, por lo que empecé a pensar en deglutir alguna de estas comidas raras y rápidas de la que los turistas daban cuenta en mil sitios diferentes (bancos, escaleras, esquinas...). Pero en nuestro camino hacia la Rudetaarn, o torre redonda, encontramos un “7-eleven” donde pudimos comprar pan que resultó ser dulce. Y al lado,  un “Aldi” donde compramos más pan, uno que se deshacía sólo con tocarlo, ideal para echar a los pajaritos y no tanto para comerlo. Y la suerte nos seguía sonriendo porque enseguida apareció un hermoso parque, plagado de gente joven y con buenas sombras sobre el césped, así que allí mismo dimos cuenta de unas extraños bocadillos semi-dulces de jamón y queso con unas rodajas de tomate....pero nos parecieron exquisitos, como siempre.

El sol, que al principio del día se escondía entre las nubes, apareció fuerte a esta hora y entonces los pocos ciudadanos que debían quedar en sus casas, se lanzaron a ocupar las calles, y en concreto este parque que albergaba una fauna curiosa; pero lo que me llamó especialmente la atención fue la cantidad de gente joven con niños, con bebés, que venían con sus coches, sacaban una colchoneta poniéndolos panza arriba sobre ellas. Es una ciudad con mucha juventud y también he observado muchas jóvenes embarazadas y bebés. Luego pude saber  que la paternidad está muy protegida llegando las bajas por maternidad a ser de un año, e incluso más.

Después de comer y despanzurrarme en la hierba durante un ratillo tomando un merecido descanso, pusimos rumbo a la torre redonda a la que llegamos sin dificultad. Y junto a ella, una farmacia. ¡Mis hormonas!. Intenté probar suerte, pero más lo mismo. Necesitaba receta. Así que hormonas cada 48 horas, para luego prolongarlo más hasta que llegara a casa.

La Rudetaarn, o torre redonda, data del XVII y fue hecha para albergar el observatorio. Después de pagar el correspondiente importe, comenzamos a ascender por la rampa hecha de ladrillos de más de 200 m de largo y que a lo largo de siete vueltas y media en forma de caracol alcanza los 35 metros de altura con 15 de diámetro. Arriba está el observatorio astronómico más antiguo de Europa que abre de 19 a 22 horas. Las vistas de la ciudad desde aquí son muy hermosas. Esta torre es la  que Andersen menciona en el encendedor de yesca.


De regreso al Nyhavn decidimos tomar un barco que nos diera el típico paseo de “guiris”, como lo que éramos. 9 euros cada uno y durante una hora nos fue llevando por distintos canales y mostrando una ciudad de agua que a mi me sorprende.

Casas en los canales, y barcos de mil tipos atracados incluso en tres filas algunos convertidos en viviendas y en las que sus dueños han hecho o intentado hacer jardines, otros que son de recreo y donde la gente disfruta de la lectura de un libro o de tomarse un refresco...mirando al sol, porque son lo más parecido a las lagartijas, con unos rayos toman al asalto los puertos, los paseos, las terrazas de los bares, los bancos de las plazas....en cualquier sitio que pueda colocarse una silla o hamaca mirando al sol, ahí la han puesto e inmediatamente han pasado a ocuparla con alguna bebida en la mano y por supuesto en compañía. Parecen muy sociables, al menos con el sol. Nuestra guía -en danés, inglés y español-, nos va mostrando lo que vamos viendo, haciendo algún chiste gracioso de vez en cuando. Algunos barcos nos resultan curiosos, como los “faro”, que ya no funcionan como tal, pero que por la noche enciende su luz y de los que podemos ver uno en nuestro recorrido.
La barcaza se va desplazando por los canales y pasando por innumerables puentes que tienen la altura justa, pero es en el último donde parece que todo está medido y de hecho, al salir se queda atravesado teniendo  que realizar varias maniobras para poder girar 90 grados. Es un paseo muy recomendable y relajante.
Una vez con el pie sobre tierra pusimos rumbo a Christianía pasando primero por la Vor Frelsers Kirke, una bonita iglesia de estilo barroco del siglo XVII y que tardaron 14 años en construir. Su torre, que es lo más famoso de ella, se construyó 50 años después. Aunque sus dimensiones son enormes la iglesia tiene una arquitectura precisa basada en la teología protestante en el que toda creación tiene un orden específico. Pero a estas horas estaba cerrada y era lo que para mí tenía mayor interés. Lo que sí permanecía abierto era la subida a su torre que se hace por una escalera exterior de madera de roble de unos 400 peldaños. A pesar de que leo que tiene las mejores vistas de la ciudad, decidimos no subir. Habíamos disfrutado ya de buenas vistas desde la Rudetarrn y había que administrar las escasas fuerzas restantes.

Y ahora ponemos rumbo a Christianía, a donde accedemos por una pequeña puerta con forma de arco construida de ladrillos rojos. En el interior encontramos luego otra entrada junto a ésta que reza, en su salida: “está entrando en la U.E.”, supongo que parodiando lo que estaba inscrito durante la guerra fría en el denominado “Checkpoint Charlie” de Berlín. En este mismo arco, a la entrada figura el nombre de Christianía.Fue fundada en 1971 cuando un grupo de hippies se instalaron en una zona militar abandonada y propusieron crear un barrio autogobernado, independiente de las reglas impuestas por el gobierno danés. Cuenta con un área de 34 hectáreas y actualmente nos dijeron que la habitan cerca de 800 o 1000 familias disponiendo de escuela, hospital y otros servicios comunes, además de moneda propia con una hoja de cannabis en una de sus caras..
Desde su conformación, Christianía fue famosa por el comercio de cannabis en sus calles hasta que en el 2004 fue incorporado al resto de la gobernación nacional prohibiendo esta actividad, pero la realidad es que se sigue desarrollando y en una de sus calles venden libremente hachís y marihuana,  prohibiendo expresamente y en varios carteles hacer fotografías, recordando que su venta es ilegal. También es habitual su consumición en las calles.

Pero Christianía no es solo esto, aunque quizás es lo que llame más la atención al turista. Christianía sigue manteniendo sus costumbres originales y aun se vislumbran signos de una sociedad alternativa o un intento de serlo. Se puede ver la diversidad cultural que hace de este barrio de la ciudad el hogar de personas creativas  abundando los músicos y pintores, pudiendo disfrutar de  actuaciones por sus calles, que además, tienen el atractivo adicional de ser peatonales.

Pero tengo que confesar que tuvimos que perdernos un poco más por sus calles, y tratar de sacar de nuestras cabezas la imagen de la hilera de puestos donde se vendía el hachís o la marihuana para liberarnos solo en parte del tópico que envuelve este peculiar lugar. Y esto  lo hicimos después de mantener una breve conversación con un español que debía de pasar temporadas por allí y que quizás supo transmitirnos una idea algo distinta de lo que superficialmente podíamos ver.

Sinceramente, al margen de creer que esto se ha quedado en un bonito “experimento social” que posiblemente haya fracasado, el que en la calle más cercana a la entrada se muestre la venta libre de droga por gente, que curiosamente,  no vive aquí, muestra una idea falsa, parcial y excesivamente simplificada de lo que ha sido y es esta parte de la ciudad que además, creo que los propios habitantes de la capital quieren ignorar, ya que en el City Camp tuve que preguntar expresamente por ella, y la guía del barco, pese a que pasamos por una de sus entradas, tampoco lo mencionó, lo que nos dio que pensar.

Christianía es más que esa calle. Pero tampoco me voy a engañar: aunque encontramos la escuela, el campo de fútbol, una cuadra con pistas para montar a caballo y seguramente cuenta con otras muchas más cosas interesantes que no pudimos encontrar, el aspecto es de muy descuidado e incluso sucio. Vimos familias y casas muy bien cuidadas, pero el exterior, los espacios comunes, dejaban bastante que desear. A mis 20 años hubiera podido creer en que un proyecto así podría tener éxito, pero con la edad que tengo...más bien creo que no, aunque me encantaría que resultara.

Sumidos en estas reflexiones y en las opiniones que intercambiábamos Angel y yo, nos dirigimos a nuestro último destino: los jardines de Tívoli. Estábamos casi extenuados. Eran las 19,30 horas y desde las 10horas en que habíamos salido a caminar, y excepto la media hora de la comida y la hora del barco, no habíamos parado nada de andar, así que sencillamente olvidamos acercarnos a torre del reloj, uno de los lugares  más apreciados por los daneses y que alberga el reloj universal que tiene un calendario para los próximos 570.000 años. Ni acordarnos. Y es que ahora creo que deberíamos haber dejado Christianía para la mañana siguiente. Pero eso lo veo ahora.

Llegamos a los jardines Tívoli ubicados en el corazón de la ciudad. Pagamos casi 13 euros cada uno solo por la entrada. Es un sitio ...encantador. En realidad es un pequeño parque de atracciones que funciona desde 1843. Todo tipo de diversiones para grandes y pequeños como montañas rusas, trenes, carruseles, máquinas tragaperras, juegos acuáticos, norias...se reúnen en este pequeño parque donde parece que hay sitio para todos y para todo,  y el espacio esta más que aprovechado y muy bien repartido.

Las distintas atracciones  se alternan con parques, todo tipo de restaurantes, tiendas y escenarios (dos) para espectáculos. Lo recorrimos en muy poco tiempo, y aún no consigo explicarme como en un espacio tan reducido han conseguido convivir a la perfección tantas y tan diversas atracciones para todo tipo de público y sin perder el gusto ni tener en ningún momento sensación de agobio.

Y dimos por terminada nuestra visita a esta ciudad que a mí me había cautivado.

Pero ahora nos quedaba librar la última batalla que a estas horas pintaba dura: encontrar el autobús número 30 que nos llevara de regreso al City Camp. La primera parte fue fácil ya que los propios vigilantes del parque a los que preguntamos en una de sus puertas, nos ayudaron, pero....los dos sentidos estaban juntos y no conseguimos saber por mucho que leyéramos cual era el correcto. Así que preguntamos a unos jóvenes, que a su vez consultaron los mapas....nada, unas turistas también medio perdidas, tampoco. Por fin un padre con su hijo consiguieron darnos una respuesta, pero el temor a que se equivocaran hizo que preguntara también a la conductora que amablemente confirmó  que el sentido era el correcto. Ahora quedaba saber la parada exacta. Cuando regresamos en el mismo medio, es fácil saberlo, pero cuando utilizamos otro esto cambia...y en este caso mucho: habíamos llegado al centro en el water-bus y ahora regresábamos en autobús. Pero nuestros temores se disiparon rápidamente. En 10 minutos llegamos, la conductora nos avisó atendiendo mi solicitud, lo que no habría hecho falta ya que desde la misma carretera se podían ver todas las autocaravanas.
Pasaban ya de las 21 horas. Ducha y luego, a la zona wifi a poner un e-mail, whatssup y mirar el periódico porque no sabemos qué pasa por el mundo. Y es aquí cuando me entero de que una amiga mía estaba visitando la ciudad con su familia. Curiosa coincidencia. Si lo llego a saber antes podríamos haber hecho la visita juntas. Una lástima. Ella consiguió ver mi whatssup por la noche cuando al día siguiente partían hacia Estocolmo y nosotros hacia el sur. Habría sido otra de las extrañas coincidencias con que alguno de nuestros viajes nos ha regalado...


A las 23h nos acostamos y directamente me desmayé. Pero a las 00,08 un mensaje de nuestro hijo pequeño, algo inquietante y relativo a su solicitud de beca “Erasmus”, nos  despertó y nos tuvo en vela hasta cerca de la 1,00 por lo que levantarnos al día siguiente nos costó y yo no era capaz de reconocerme en el espejo...


Resumen

Itinerario: Oslo- Tanum- Varberg (Suecia)-Helsingor-Helsinbor (Ferry: 460 coronas suecas) Castillo de Kronborg- Hillerod (Castillo de Fredirksborg)-Copenhague.
Km Totales: 615
Km acumulados: 4.865
Lugares de pernocta:
Varberg (57º7’28”N;12º15’7”E). Tiene tarifa.
Hillerod (Castillo de Fredirksborg) 55º56’ 07.08”N;12º17’49.02”E
City Camp (55º39’35.09”N;12º33’27.82”E) 250 Kr danesas. 26 €

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